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La tradición está latente

Hieleros del Cayambe

Cada paso resuena con la historia, cada esfuerzo late con el orgullo de generaciones. Sobre la espalda no solo pesa el hielo, sino el legado de una familia, una tradición indomable que forja el espíritu. La resistencia no se quiebra, se transforma en determinación. Guiados por su herencia, avanzan con el alma en llamas, desafiando la montaña en busca de la gloria.

El viento helado azota sus rostros, pero no detiene su marcha. La altura pone a prueba el cuerpo, pero nunca el corazón. Cada competidor es un testimonio viviente de sacrificio y grandeza, de aquellos que con manos curtidas y voluntad inquebrantable han domado el frío y conquistado la cima, dejando su huella en la eternidad.

Nuestra Historia

Los hieleros de Cayambe son una figura histórica y cultural emblemática de la región andina del Ecuador, específicamente de la provincia de Pichincha, cerca del volcán que lleva el mismo nombre. Su historia se remonta a los siglos XVIII y XIX, cuando el comercio de hielo natural era una actividad económica importante en la zona.

Los hieleros eran hombres que subían al volcán Cayambe, situado en la Cordillera de los Andes y el único nevado del mundo atravesado por la línea ecuatorial.

Su tarea principal era extraer bloques de hielo de los glaciares del volcán, una labor ardua y peligrosa debido a las condiciones climáticas extremas y la altitud, que supera los 5,790 metros sobre el nivel del mar.

En la época precolonial la relación con esta actividad era divina, los Kayambis, creían que los volcanes eran dioses y el llevarse un poco del hielo a sus casas implicaba llevarse un poco de Dios a sus hogares; el hielo era usado por curacas y chamanes en rituales y curaciones.  

Luego de la colonización los españoles introdujeron la costumbre de consumir bebidas frías y conservar alimentos con hielo. Sin embargo, nunca se perdió la divinidad de pedir permiso a la montaña y conservar la ancestralidad de la práctica.

Durante la época colonial, el hielo se convirtió en un producto de lujo, utilizado principalmente por las élites para refrescar bebidas como vinos, jugos y aguas aromatizadas. Con el tiempo, el uso del hielo se popularizó, y las comunidades locales comenzaron a incorporarlo en sus propias tradiciones culinarias.

La extracción del hielo se realizaba de manera manual, utilizando herramientas rudimentarias como hachas, picos y palas para cortarlo en bloques. Luego envolvían los bloques en paja para aislarlos y evitar que se derritieran, el descenso se hacía en hombros, mulas o llamas, que transportaban el hielo desde las alturas del Cayambe hasta los mercados y ciudades aledañas, como Quito u Otavalo. Este proceso requería un gran esfuerzo físico y resistencia, ya que las condiciones climáticas en las alturas eran extremadamente duras.

El hielo era utilizado principalmente para conservar alimentos, enfriar bebidas y en la preparación de helados artesanales, una tradición que aún perdura en la región. Los hieleros no solo eran comerciantes, sino también figuras respetadas en sus comunidades, ya que su trabajo era esencial para la vida cotidiana.

En la actualidad, los hieleros son una figura casi extinta, pero su legado perdura como parte de la identidad cultural de la región y representan una conexión profunda con la naturaleza y una demostración de la resistencia y adaptación humana a los desafíos del entorno. Su historia es un recordatorio del ingenio y la tenacidad de las comunidades andinas frente a las adversidades.

La competencia tiene sus raíces en una iniciativa creada por Juan Córdova Sola en el año de 1970, cuando organizó el primer evento bajo el nombre de “Cross Country al Nevado Cayambe”. La competencia nació en un contexto en el que el oficio de los hieleros estaba desapareciendo debido a la llegada de la refrigeradora lo que redujo la necesidad de extraer hielo de los glaciares.

En un esfuerzo por rendir homenaje a esta labor ancestral y mantener viva la memoria de quienes desafiaron la montaña para llevar hielo a sus comunidades, se estableció esta exigente prueba. Con el tiempo, la competencia evolucionó hasta convertirse en un evento emblemático que resalta la resistencia, fuerza y tradición de los pobladores andinos.